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TEMA 1.1: EDUCACIÓN POPULAR Y ACTORES TERRITORIALES


La Educación Popular es una rama de las ciencias sociales, justamente de la pedagogía, cuyo proceso de aprendizaje está basado en las experiencias, la práctica, el razonamiento y el contexto social donde se desarrolla. Cada persona aprende de su entorno, del medio que lo rodea y de los elementos que lo conforman, bien sea la casa, la escuela, el parque, la cancha, en fin, ese lugar en donde se dé algún tipo de aprendizaje.

Esta es una propuesta metodológica muy adecuada para ir desarrollando alternativas de superación, construyendo colectivamente oportunidades para avanzar a partir de las realidades que vivimos y alcanzar procesos de desarrollo comunitario.

Según Fernando de la Riva, el objetivo de la Educación Popular es contribuir a la construcción de una sociedad democrática y participativa en la que la capacidad y la posibilidad de actuar y participar en la orientación de los cambios sociales y en la toma de decisiones sea, como señala Paulo Freire, el elemento en el que todos los hombres y todas las mujeres, todos los pueblos, puedan alcanzar el máximo grado posible de desarrollo humano y puedan contribuir, en condiciones de igualdad, a la construcción de un mundo mejor, más solidario, más cooperativo, en una mejor y mayor armonía con la Naturaleza. 

ChanGo retoma las visiones de Lefevre, (1991) y Escobar, (1999), en la que el territorio es concebido como un espacio construido socialmente a partir de las interacciones que se establecen entre el mundo social y el mundo natural. En los territorios se manifiestan la multiplicidad de procesos biológicos, culturales, simbólicos, sociales y económicos, y para cada uno de ellos hay una serie de actores territoriales de los que se aprende y a los que necesariamente se debe involucrar en los procesos educativos y de escolarización. Para que se de un progreso real es necesario que estos actores se involucren y cada uno aporte desde su propia posibilidad, es importante que cada comunidad pueda echar mano de las herramientas que tiene y así procurar y gestionar su progreso. 

Lo expuesto en el párrafo anterior mantiene una relación estrecha con lo que desde el modelo Chango se llama gobernanza y hace referencia directa a la capacidad de agencia de las personas, como individuo tanto como comunidad y con ello a la capacidad de transformar desde dentro, es ahí donde la escuela se convierte en un verdadero agente de cambio, pues lo procura y estimula desde cada una de sus prácticas. 

La Educación Popular parte de la concepción de que profesores, estudiantes y agentes territoriales poseen diversos saberes, que se ponen en juego en el proceso de aprendizaje; es decir, hay un punto de partida el cual es la vida cotidiana de los individuos, de sus preocupaciones y saberes, para reflexionar sobre éstos, e ir construyendo nuevos conocimientos a partir de una visión transformada, que debe volver a la práctica de manera recreada. En este proceso de enseñanza-aprendizaje el rol de los profesores consiste en facilitar el diálogo y proponer actividades para que el propio grupo pueda protagonizar el aprendizaje.

Este empoderamiento ante el aprendizaje, como idea y proceso, presupone que cualquier individuo o comunidad están dotados de algún potencial. Por añadidura, el modelo del empoderamiento se concentra en los puntos fuertes de una comunidad. Al identificar y utilizar sus fortalezas, los miembros de la comunidad pueden adquirir experiencia y aptitudes que les permitan asumir el control de su vida.

Sin el empoderamiento, las comunidades no pueden transformarse en agentes de cambio autónomos. No serán capaces de resolver sus problemas empleando sus propias estructuras, es decir estructuras mediadoras “diseñadas” por ellos mismos. El modelo de empoderamiento sostiene que el mejor método para adquirir nuevas habilidades es a través del aprendizaje. Se debe ofrecer a las personas  condiciones que les permitan adquirir aptitudes y obtener conocimientos que las incitan a esforzarse por mejorar su vida, que les motive a organizarse para la exigencia de sus derechos y en virtud de alcanzar las condiciones y herramientas para mejorar la calidad de vida. 

Para ello, es necesario poder tejer alianzas más permanentes con distintas organizaciones e instituciones de la comunidad que permita a los estudiantes organizarse desde las diversas dimensiones de su vida y no sólo desde la educativa. Estas comunidades de aprendizaje ampliadas permitirían por un lado repensar las necesidades de contenidos y sus posibles puntos de acceso de forma más colectiva con la comunidad y no sólo desde la comunidad escolar.

Es fundamental que las comunidades tengan la posibilidad de reorganizar sus propios valores y recursos, como también de reconocer, definir y aportar soluciones a sus propios problemas. Que el potencial de las comunidades sea descubierto, definido y aprovechado dependerá del contexto social y del entorno social. Por ende, el aprendizaje debe ser un proceso activo y desarrollarse en el contexto de la vida real de los estudiantes y no a través de programas de formación artificiales y poco naturales programados y controlados por presuntos expertos.