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TEMA 2: LENGUAJE RESPETUOSO

El lenguaje es un instrumento del pensamiento, y éste se conforma con el lenguaje, es decir que ambos términos están relacionados, ya que el lenguaje traduce en palabras lo que pensamos y sentimos. De ahí la gran importancia de prestar especial atención al lenguaje como una de las principales formas de comunicación, una herramienta valiosa que nos permite la convivencia con el mundo exterior y la exposición de nuestro mundo interior.

El lenguaje, como instrumento relacional, es importante porque somos seres sociales y necesitamos vincularnos, comunicarnos e interactuar con el resto de los seres humanos. El lenguaje es inherente a la vida. Es un ensamblaje social y cultural, con el que nos relacionamos con el mundo y nos sentimos parte de él. Con el lenguaje expresamos lo que soñamos e imaginamos, establecemos categorías dentro de la realidad, planificamos nuestras acciones y a través de él regulamos nuestra conducta, nuestros impulsos y sentimientos. Dentro de la educación, el lenguaje es importante para que haya aprendizaje, o para acordar una serie de acciones que hay que llevar a cabo en el aula, como pueden ser las normas.

Hagamos una pausa aquí para preguntarnos ¿Cuánta importancia damos al lenguaje que usamos? ¿Nos hemos detenido alguna vez a pensarlo? ¿Somos conscientes del poder que tienen nuestras palabras y la forma en que nos expresamos?

 A veces no somos conscientes de que el lenguaje es un potente instrumento de comunicación, tiene la capacidad de destruir o de sanar, potenciar y construir. Las palabras que elegimos para hablar, nuestro tono de voz, nuestra melodía, lenguaje gestual y corporal pueden afectar de forma negativa o positiva a las personas que nos rodean, en este caso, nuestros estudiantes o las relaciones que se dan entre ellos, también podemos utilizarlas para apoyar positivamente su desarrollo físico, emocional y cognitivo.

Por esta razón, es de gran importancia  “cómo decimos las cosas”, en este aspecto, no solo nos referimos al tono y a la forma de hablar, sino a la coherencia entre nuestros pensamientos y nuestras emociones ya que, la claridad y asertividad de nuestro mensaje puede dar seguridad a nuestros receptores, mientras que un mensaje confuso, irónico y enredado, entorpece la comunicación y genera inseguridad a quien recibe el mensaje.

Un punto importante de recalcar es que no solo debemos de referirnos al lenguaje respetuoso en el sentido de cómo el maestro se relaciona con su estudiante, sino de cómo el estudiante se relaciona con su compañero e incluso de la formas en que la comunidad entera se comunica. El lenguaje que el docente usa es determinante en cómo se comunica también el estudiante, teniendo en cuenta que éste aprende por imitación; es decir, que las formas en que el docente usa para comunicarse y relacionarse son aprendidas por el estudiante, esto, estrechamente ligado con el currículo oculto o con el aprendizaje socioconstructivista planteado por Vygotsky. De ahí la necesidad de comunicar y relacionarse desde el respeto, el amor y la empatía.

Ya hemos apuntado al cómo hablamos, también es necesario hablar del qué decimos, ya que nuestras afirmaciones suelen dejar huella para siempre y tiene un impacto importante en el receptor. Usar etiquetas como “eres tonto” “no vas a poder” “¡qué mal portado eres!” afecta a un nivel cognitivo y aunque no lo parezca modifica nuestras estructuras de pensamiento, si le decimos a un estudiante que no lo va a lograr, es mucho más probable que no lo logre, contrario a si le decimos que lo está haciendo bien, que va a lograrlo. Una buena manera de solucionar este problema es referirse a la acción y no a la persona, por citar algunos ejemplos tenemos que, en lugar de dictar “no le pegues” puede buscarse a través de palabras una forma adecuada de solventar las dificultades y el problema con la otra persona. Esta frase y otras, dichas de manera neutral son descriptivas y constructivas, ya que al niño le ayudas a entender que su acción no está bien hecha, porque a los compañeros se les quiere, no se les pega. Con esas frases hacemos entender al niño que la conducta que ha tenido no ha sido la adecuada, sin hacer referencia al “no se hace”, “eres malo por pegar”, pones el ojo en la acción y le explicas por qué está mal esa conducta, sin entrar en cómo es el niño.

Sin lugar a dudas, el lenguaje es un potente instrumento de comunicación el cual permite la adquisición de conocimientos y el desarrollo de nuevas formas de pensamiento. El lenguaje forma parte de la cultura y, por tanto, de los conocimientos y las actitudes que se transmiten de una generación a otra.

Las personas nacen con intención, disposición y necesidad de comunicarse con los demás. El lenguaje es la facultad de las personas para expresarse, comunicarse con otros a través de la lengua con la finalidad de relacionarse y entenderse, además de resolver una necesidad. La cuestión que se expone aquí es dar un giro a la forma de comunicarse, haciéndolo desde un lenguaje positivo y respetuoso.

El lenguaje es una facultad y un derecho de la persona, su posibilidad de distinguirse desde el nacimiento por comunicarse y socializar con otros a través de una lengua aprendida en un entorno familiar y social específico; de aquí la expresión de decir “lengua materna”, porque suele ser una figura materna quien inicia la enseñanza de la primera lengua que se aprende, posterior se ve influenciada y condicionada por todos aquellos que forman parte del entorno, empezando por la familia, lo que ve y escucha por las redes y contexto más cercano, hasta las formas en que convive y se relaciona en la escuela; también estrechamente vinculado con el aprendizaje socioconstructivista.

Los y las niñas aprenden la lengua mediante actos: hablando, interactuando, conviviendo, escuchando y escribiendo. Desarrollan el habla mediante el acto de hablar (pronunciando las palabras o signos orales tal como los escuchan) de ahí la gran importancia y posibilidad de incidir en las formas del lenguaje, en las maneras de comunicación y desarrollan la escritura mediante el acto de escribir (mediante signos escritos tal como le enseñan en casa y escuela). Cada palabra la asocian con un significado, de tal forma que van llenando de contenido, de sentido y significado cada palabra que aprenden, o dicho de mejor manera, van dando un significante a cada cosa que descubren. Por eso es deseable que el lenguaje que se les enseña les permita expresarse de forma clara y empática para lograr la socialización y el entendimiento con otras personas desde el respeto.

El lenguaje potencia el aprendizaje, en la medida en que el niño y la niña desarrollan su lenguaje favorecen su pensamiento, inteligencia y conocimiento. En este sentido, es vital la participación del docente en la escuela para enseñarles a enriquecer su habla materna y construir poco a poco un lenguaje formal que les permita migrar de significados compartidos en su contexto familiar hacia significados compartidos en el contexto escolar.

El lenguaje con el cual nos expresamos y comunicamos puede distinguirse por ser educativo: un lenguaje respetuoso, asertivo y claro para hacer sentir a las demás personas motivadas, seguras y confiadas de hablar, decir y expresarse. Un lenguaje educativo para que niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, usted y todos aprendamos a comunicar ideas, a expresar emociones y sentimientos, a socializar e interactuar con otras personas, a resolver una necesidad y pedir ayuda, estos son algunos de los propósitos que persigue el modelo ChanGo; con estas bases, cada quien sabrá comunicarse procurando el entendimiento con los demás, sabrá escuchar y solicitar ser escuchado o escuchada, sabrá usar apropiadamente el lenguaje según el contexto, el momento y las personas. Todos aprendemos palabras, formas e intenciones. Muchos podemos hablar, decir, expresarnos y comunicarnos, aunque no todos sabemos hacerlo de la forma correcta. Una forma más clara de exponerlo es con el siguiente ejemplo en el que se propone una serie de frases a usar de acuerdo al lenguaje respetuoso.


Utilizar un lenguaje positivo y respetuoso hace parte de la educación positiva, porque nuestros estudiantes necesitan todos los días saber que son amados incondicionalmente y una forma efectiva de mostrar ese amor es con una relación basada en el respeto mutuo. Como docentes, no olvidemos generar ambientes cercanos y hacerles saber a los y las niñas que sus aportes, que sus contribuciones son útiles, importantes y significativos en el aula, pero también como un gran aporte a la sociedad