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TEMA 2: Principios de la Educación Positiva


Teniendo presente los contenidos del tema anterior, tenemos claro que la educación positiva, invita a los educadores a asumir una actitud firme, pero positiva y afectuosa con sus estudiantes, buscando siempre su bienestar, pero también los logros académicos esperados, en palabras de Alejandro Adler, la Educación Positiva:

    • Es un modelo que enseña habilidades para la vida y el bienestar, junto con el  desempeño académico tradicional como las matemáticas, las ciencias, la alfabetización, y demás disciplinas.
    • Esta formación integral permite que cada individuo se desarrolle a su máximo potencial, y por ende que la sociedad entera florezca.
    • En el mundo actual se ha generado la necesidad de tener ciudadanos con valores, actitudes, habilidades y conocimiento para tomar las mejores decisiones para sus propias vidas y para la sociedad entera.


De ahí que es relevante tener en cuenta los principios de este modelo educativo, como los propone la Universidad Europea (2023):

Establecer una conexión emocional:  la disciplina positiva enfatiza en la necesidad de corregir los comportamientos desde el afecto y la empatía. Eso significa que el educador debe establecer un vínculo emocional con sus alumnos, de manera que éstos no perciban la corrección como un rechazo a su persona sino simplemente como un error que deben subsanar.

Actuar como modelo: durante los primeros años de vida, los docentes también actúan como guías de los niños. La disciplina positiva los anima a desarrollar aquellas cualidades que desean ver en sus estudiantes, como la paciencia, el respeto, la independencia, la estabilidad emocional, la amabilidad o la escucha activa.

Disciplinar desde el respeto: todos los niños experimentan dos necesidades psicológicas fundamentales: sentirse valioso y aceptado. Cuando los adultos los castigan o gritan, les transmiten el mensaje de que no son dignos de respeto, de manera que los pequeños se sienten desvalorizados. La disciplina positiva motiva a los educadores a disciplinar con firmeza, pero sin afectar la autoestima y confianza de sus estudiantes, adoptando en todo momento una actitud respetuosa.

Recurrir al diálogo: es recomendable recurrir al diálogo y no a la imposición como método formativo, intentando llegar a acuerdos. De hecho, las normas en el aula se deben consensuar entre todos, haciendo comprender a los estudiantes que, si incumplen alguna de ellas, su comportamiento tendrá consecuencias. También es importante establecer consecuencias razonables para evitar los castigos arbitrarios o desproporcionados.

Destacar las buenas conductas y los logros: más que recurrir al castigo, la educación positiva propone enfocarse en los buenos comportamientos. Cuando el docente refuerza las conductas positivas, los estudiantes se sienten más motivados a repetirlas. Asimismo, es fundamental enseñar a los niños distintas alternativas de comportamiento para que puedan alcanzar sus objetivos sin perjudicar a los demás.

Si al aplicar la Educación Positiva en el aula, tenemos en cuenta los principios mencionados, estamos aportando a un ecosistema educativo armónico, que busca el bienestar integral de todos, pero también a ambientes adecuados para generar conocimientos aplicables a la vida.

Recordemos: 

“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón” Hendricks