El desarrollo humano es uno de los factores
determinantes para poder definir si se está yendo en el sentido correcto. El
índice de desarrollo humano ha sido una forma de determinar el nivel de
desarrollo de una población, sin embargo en la actualidad hay críticas a la
visión utilitarista propuesta en primera instancia, en el sentido que los
factores que lo determinan podrían limitarse al índice de producción per
cápita.
Actualmente ya se propone la medición del índice de
desarrollo desde otras perspectivas, como lo exponen López-Calva y Grajales
(2003) en una nueva propuesta que hace énfasis en el carácter instrumental del
acceso a bienes y servicios, conociéndolos únicamente como un medio para poder
alcanzar un plan de vida o una realización individual; Es decir que el
desarrollo humano, o su medición no se limita a un índice per cápita sino que
se determina en función de aspectos más profundos como la capacidad para crear
un proyecto de vida, las habilidades y el desarrollo de competencias que
contribuyan a mejorar y alcanzar dicho proyecto y las condiciones en cuestión
de acceso a la salud y educación de calidad, es aquí donde el modelo ChanGo
hace sus aportes y es aquí donde se fortalece, al referirse a la escuela como
motor de desarrollo, se refiere justamente a estos aspectos, ¿Qué competencias
desarrolla la escuela en sus estudiantes? ¿Cómo aporta la escuela para que
alcancen su proyecto de vida? ¿ Qué competencias y habilidades para la vida la
escuela ayuda a reforzar en los estudiantes? ¿Cómo amplía la visión de futuro y
da otras perspectivas que permitan salir de la zona de confort y pensar una
posibilidad de un mejor futuro? ¿Cómo influye la escuela en la comunidad para
la co-construcción de la comunidad desde una visión de desarrollo? ¿Cuál es el
tipo de ciudadanos que se forman desde la escuela? Estas y más preguntas son
las que se pueden plantear para dimensionar una escuela como un motor o agente
de desarrollo y eso nos conduce a la interrogante ¿Por qué la escuela puede ser un motor de desarrollo?
Es simple si se toma en cuenta que la escuela es el
punto de convergencia de las diferentes instituciones: familia, comunidad,
escuela, a lo cual hay que sumarle la posibilidad de gestión en la que se abre
la escuela para otras instituciones que aportan desde sus posibilidades. Otro
punto de importancia a tomar en cuenta es la posibilidad y responsabilidad que
se le confiere a la escuela de “formar” ciudadanos capaces y competentes, aquí
precisamente hay gran parte del fundamento referido a la posibilidad de
convertirse en un motor de desarrollo, bien puede tomarse la definición de
desarrollo brindada por el PNUD (1990)
Proceso mediante el cual se amplían las
oportunidades de las personas; estas oportunidades son diversas y pueden
cambiar en el tiempo, pero las más esenciales para cualquier nivel de
desarrollo son: una vida prolongada y saludable, el acceso a la educación y
disponer de los recursos para disfrutar de un nivel de vida decente; otras
oportunidades que valoran los individuos son las libertades políticas,
económicas y sociales, el respeto de los derechos humanos, la posibilidad de
ser creativo y productivo.
Desde la propuesta de ChanGo la educación que se
procura es una para la emancipación, se apuesta al desarrollo de competencias,
y se toma como referente el perfil de salida del bachillerato, así se logra que
todo el trabajo vaya organizado de la mejor manera posible para que se den las
condiciones necesarias para alcanzar un buen proyecto de vida, brindar las
capacidades para poder desempeñarse laboralmente y alcanzar mejores condiciones
de vida sin descuidar en ningún momento los aspectos de calidad humana con la
que se forma, formar tanto a la persona como al profesional.
La forma en que
ChanGo aborda el currículo está pensada de esta manera, por eso se apropia de
metodologías como los rincones, las tutorías, asambleas, aprendizaje por servicio, aprendizaje experiencial, entre otras; con
todas estas metodologías se forma para la vida y se fortalecen competencias
comunicativas, resolución de problemas, habilidades sociales, que están
directamente ligadas al tipo de ciudadanos que necesitamos, vinculadas también
al perfil de salida del bachillerato que se define a partir de tres valores
fundamentales: justicia, innovación y solidaridad, otro punto importante que
autores retoman para una escuela como verdadero motor de desarrollo es una
escuela que educa para la libertad. Desde esta visión, la escuela se convierte
en motor de desarrollo en más de un sentido, pues aborda tanto habilidades
profesionales como sociales, desde enfoques de género, en derechos e intercultural. La escuela es un motor de desarrollo
porque orienta la educación hacia el desarrollo desde la participación
ciudadana y la autonomía de las personas que forma y con las que convive.
Para favorecer al desarrollo, desde Chango se
trabaja en las denominadas áreas competenciales, que dicho de manera simple son
espacios de formación en la que los y las estudiantes adquieren y fortalecen
competencias para la vida desde áreas como comunicación y audiovisuales,
ingeniería o emprendimiento y servicios y otras que se definen haciendo una
lectura del contexto en el que se requieren, sobre los cuales se busca
principalmente que los estudiantes adquieran competencias útiles para su
desarrollo profesional como comunicación, capacidad de administrar un
emprendimiento o de habilidades para iniciar un negocio.
Finalmente, un aspecto que no se debe olvidar es que
no solo se contribuye a la formación como profesionales sino como personas,
calidad humana y esto se trabaja a partir de enfoques como la disciplina
positiva, con la que se fortalecen las formas de relacionarse desde la empatía
y la comunicación asertiva.