
Cuando pensamos en política educativa las ideas pueden
ser confusas, y cabe perfectamente la duda de ¿La política educa? bueno,
entonces hay que empezar por aclarar que no se refiere en el sentido de que la
política eduque o no, sino más bien a que desde esta se abordan cuestiones
referentes a la educación, su rumbo, apertura y aportes desde el estado.
Con el propósito de que todo sea expuesto con la suficiente claridad, empecemos por definir los conceptos de política y política educativa.
En
el diccionario filosófico Rosental-iudin (sf) define a la política como “la
participación en los asuntos del Estado, la determinación de las formas de las
tareas, y del contenido de la actividad estatal… hace en esta línea una
aclaración importante en cuanto a la participación y el alcance de ésta, … “para que la política pueda ser una fuerza
transformadora ha de reflejar acertadamente las necesidades del desarrollo de
la vida material de la sociedad” (pág.367). Aquí puede plantearse una pregunta
de carácter retórico para escudriñar nuestras realidades y contextos. ¿En qué
medida la educación de nuestras comunidades responde a las necesidades emergentes?
Sin
duda, la respuesta está en la historia de la educación y darnos cuenta que en
muchas ocasiones ni las políticas en general, ni el sistema educativo a veces
da respuesta inmediata a las necesidades, sin embargo; la educación que tiene
relación cercana con la construcción de una mejor sociedad, debe seguir
avanzando para responder a las realidades de hoy, pero también a las del
mañana.
Bien, es necesario ahora que aclaremos de manera delimitante la definición de política educativa, para lo que proponemos detener la mirada en algunas definiciones sobre ella.
Hochleitner,
citado por Capella (2004), manifiesta que “la política educativa es el conjunto
de principios, objetivos y fines que orientan la acción educativa en los
ámbitos estatal o supranacional y, en cierta medida, también en el de las
instituciones privadas” (p. 11)., de ahí que cualquier política educativa tiene
influencia en el sistema educativo de un país.
Así contextualizada, la política
educativa se nos presenta como la actividad del poder público dirigida a
solucionar los problemas sociales de la educación, por lo que, en el fondo se
convierte en un conjunto de medidas de la política general cuyo objetivo
específico es, en todas sus dimensiones, el educativo (Ardoino 1980).
Siguiendo la línea de Ardoino, las políticas
educativas son las normativas reglamentadas por los distintos gobiernos en el
campo educativo y que normalmente surgen de un estudio de la realidad educativa
de un país o estado y que es realizado por la cartera o ministerio de
educación.
Capella
(2004) lo resume así: política educativa es una ciencia positiva que analiza
las manifestaciones políticas del proceso educativo (las que son, no las que
debieran ser) y, como tal, se encuentra en la necesidad de rehuir dos
tentaciones extremas: el “ideologismo” y el “hiperfactualismo” (pág. 11).
En la misma línea añade que:
Se trata de
directrices que señalan los gobiernos para el sector de la educación en el
marco de su política general, partidista o nacionalista. Es decir, los
criterios y la orientación que deben inspirar los fines, la estructura, la
organización, los contenidos, la generalización, la duración, la formación de
docentes, la financiación, etcétera, de cada nivel y aspecto del sistema
educativo, en el marco de la Constitución, de una reforma educativa o de los
planes de desarrollo educativo existentes, entre otros y según cada caso.
¿Debe entenderse entonces que la política
educativa es tarea exclusiva de los gobiernos centrales? No realmente, esta es
una tarea compleja que no puede ser exclusiva de una instancia. Por ello, debe
de tenerse en cuenta que las instituciones intergubernamentales también se
vuelven importantes en este proceso y contribuyen a definir y orientar
directrices de la política educativa de un país.