La disciplina positiva busca encontrar soluciones a largo plazo, que permitan desarrollar la autogestión del estudiante, su autorregulación y las habilidades sociales que le permitirán convivir durante toda su vida; es decir, la disciplina se practica y se transmite para que los estudiantes sean capaces de desenvolverse por sí mismos en un entorno favorable para la convivencia. Pero también, motiva a los docentes a ser referentes sociales para sus estudiantes.
Anteriormente, cuando se hablaba del término de disciplina, se atribuía a un concepto ligado a autoridad, poder y mando, en el que las leyes se imponían estrictamente sin oportunidad de diálogo, sin embargo, este término hoy en día ya es comprendido desde una visión más amplia y ha sido asociado como un proceso esencial para la transformación del niño como persona. (Nelsen, 2002 citado en Feléz, 2015, 29).
Durrant (2013), por su parte, manifiesta que la disciplina positiva va más allá de reglas o principios, pues corresponde a una actitud, a una forma de pensar, a lo que desde ChanGo podemos agregar "y actuar" fundamentada en 4 pilares:
- identificar los objetivos a largo plazo,
- brindar calidez y brindar estructura,
- entender cómo piensan y sienten los niños y niñas y
- la resolución de problemas.
Ortega (2014) señala que la disciplina positiva se basa en principios clave, como: las relaciones horizontales, la conexión con la otra persona y su sentimiento de pertenencia, alentar y dar aliento, el equilibrio entre la amabilidad y firmeza, y la visión de los errores como estupendas oportunidades para aprender dentro de una educación a largo plazo.
Dentro del aula, el docente es la figura a quien le corresponde favorecer un entorno adecuado de convivencia y aprendizaje; por tanto, es su función fomentar el establecimiento y cumplimiento de normas, para lo cual puede optar por ejercer la disciplina desde distintas ópticas. Torrego (2008) señala tres estilos de afrontar la disciplina: autoritario, permisivo y democrático. Cabe destacar que estas perspectivas de disciplina no solo constituyen las normativas en los reforzadores o en los castigos, sino que también se ven reflejadas en la estructura de los cursos, su planificación, objetivos educativos, grado de participación de los estudiantes y en la comunicación del docente. Esto podría ser irrelevante pero estas formas de disciplina siguen siendo actuales y son aplicadas como parte de modelos educativos, aún más, muchos docentes consideran la disciplina autoritaria como ideal para abordar los procesos educativos, por otra parte, en las familias se suele confundir la disciplina permisiva con una disciplina democrática, lo que orienta a la consecución de resultados equivocados.
Ahora detengámonos en los estilos de disciplina ya enunciados: